jueves, 28 de julio de 2011

Relato I [parte 2/3]


Encendió el cigarro y dio una larga calada, aspirando todo el humo le fue posible.
-¡Mierda!-Gritó estampándolo contra la mesa. Quería creer que estos sablazos de rabia eran solo algo pasajero ocasionado por la huella que la medicación dejaba en su organismo.
Se alojaba en la Suite presidencial del Valencia Palace, una habitación amplia y alta, de muros tapizados en seda y grandes ventanas estrechas y rectangulares.
Débiles rayos de luz amarilla se abrían paso entre los huecos de las persianas, dejando lo bastante en claro los principales objetos de alrededor; la mirada, en cambio, luchaba en vano por alcanzar los rincones lejanos de la estancia, o los entrantes del techo abovedado y con artesones.


Se atusó el cabello, a tientas consiguió levantarse, entró en el cuarto de baño y cerró la puerta.
Lavó su cara y esperó a que se secara. 

Bajo los parpados esparció el corrector anti ojeras.
-No se porqué hago esto-Pensó mientras le observaba con la puerta entreabierta-La próxima vez me buscaré un hombre mas normal-Había abierto un fascine viejo y sucio, lo ojeaba pasando páginas rápidamente. Todo su cuerpo era pura fibra y algo de músculo bien definido por las horas que había invertido en el gimnasio, su pelo, castaño, rapado concienzudamente al cero y sus ojos, pequeños, de un azul pálido rodeados de unos parpados casi inexistentes- Este es un loco comepamfletos, me da mal rollo Suspiró- pero hay que admitir, que es una verdadera bestia en la cama.
Dos golpes secos en la puerta la sacaron de su meditación.
La abrió completamente.

-Oye... ¿Has terminado?
-Si-Afirmó con firmeza
Ambos se encontraron, sosteniéndose la mirada por un instante, enfrentaron sus ojos en un eterno tirabuzón sin salida. Aún duró un par de minutos hasta que, en un ataque de violencia barata Erik la apartó de un golpe. Ella cayó al suelo.
-¿Que haces?-Susurró estupefacta. Le había arrancado las palabras y había roto sus argumentos, ahora yacía a cuatro patas al lado de la puerta intentando detener la hemorragia con sus manos. La sangre corría con abundancia manchando su cuerpo desnudo.
-Apartarte de mi camino-Dijo con un tono indiferente.
A primera vista parecía una escena sacada de la peor novela juvenil.
-¿Y entonces...-Intentó levantarse pero solo pudo arrodillarse sobre el charco de sangre. Erik afeitaba su barba mientras se miraba al espejo mesandose un cabello imaginario-¿¡Entonces porque te has acostado conmigo!?
Miró a aquella indefensa criatura con una mezcla de desdén y cruel compasión.
-¿No es obvio?-Dijo en un tono casi cómico- Eres ganado pero de buena carne.
Abrió los ojos de par en par, dejando escapar un hilo de voz, se encogió sobre si misma, y hundió la cabeza en el charco.
Sentía unas dolorosas palpitaciones en la mandíbula, pero no se atrevió a moverse, el miedo paralizaba su cuerpo.
Erik la esquivó con facilidad y cogió el jersey.
-No tardes en irte, solo tenemos la habitación hasta medio día-Susurró antes de cerrar la puerta con un sonoro portazo.
Solo pudo hundirse más sin parar de sollozar. Abrió la boca y un lamento en forma de grito desgarro el silencio de la habitación.

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