martes, 6 de septiembre de 2011

Relato II [parte 3/3]



Para él las mujeres nunca habían sido un problema, con una sola mirada podía nublar la razón de cualquier hembra y poseer su cuerpo y voluntad. Esto le había llevado a ser blanco de envidias por parte de sus compañeros, pero arropado entre tantos pechos la vida se ve de una forma diferente.
Incapaces de superar este resentimiento se divertían martirizando a un Erik joven e inexperto que se escondía en las sombras acumulando fuerza, voluntad y bíceps, pero, sobretodo, el rencor que le llevaría a prevalecer sobre sus tormentos. Esto solo pudo reafirmar su éxito con las mujeres, que al ver el aumento de su masa corporal se abalanzaron sobre él como las moscas sobre las heces.
Siempre había sido así, entonces ¿Que había cambiado ahora? ¿Es que acaso había perdido su atractivo?
Las mujeres que rodeaban su cuerpo desnudo respondían a la pregunta.
Aún recordaba aquellos ojos azules que a penas se detuvieron a observarle con detenimiento, irradiaba oleadas de desprecio, un desprecio profundo e inhumano que no parecía tener destinatario, simplemente estaba allí, corrompiendo las entrañas de aquella delicada flor de la que a penas sabia nada.

Erik aspiró y exhaló con fuerza el humo del primer cigarrillo de la mañana, la poca luz que se adentraba por las persianas bastaba para iluminar los cuerpos que dormían a su alrededor, él sentía su respiración como el aliento de un perro de presa que se cernía irremediablemente sobre su garganta. Contemplaba aquellos rostros añorando esa paz espiritual que no había tenido nunca y posiblemente nunca llegaría a tener, sabia perfectamente lo que ocurriría cuando se despertasen y por eso seria un error permanecer en la misma habitación.
***
El sol teñía las calles de un amarillo intenso, a sus ojos era casi fosforescente. El viento había dejado paso a un ambiente estático, inerte, húmedo, como si las nubes hubieran pactado bajar del cielo a la vez.
Pero eso no era suficiente para sofocar al eterno caminante, que sentado sobre sus rodillas refrescaba el garganta con el agua de la fuente. Observaba el riachuelo de gente que discurría ante sus narices, analizando cada partícula del aire que compartían, algunos desviaban la mirada al verle, pues era difícil mantener el contacto visual con aquellos pozos negros, otros, simplemente no le miraban, y esos no merecen ser descritos.
Entonces sintió como unos ojos le taladraban la nuca con dulzura. Ella tenía un cabello sacado de la mas relamida descripción de fantasía, rojo, puestos a hacer una comparación diría que era rojo como el mismo color rojo, el que se usa para pintar la sangre, estaba poco arreglado y no parecía que tuviera intención de arreglarlo posteriormente. Sus ojos no desentrañaban ningún misterio, y mucho menos poseía una mirada enigmática.

Se quedaron un rato en silencio, esperando a que el contrario rompiera el hielo, y al final, lo hicieron.
-¿Querías algo?
-Avisarte-Respondió ella-Tienes una cagada de paloma en el pelo.
-Oh, ¿Te importaría quitármela?
Emilia sacó un pañuelo de su bolsillo y le quitó esa masa blancuzca de la cabeza. Luego sonrió y se alejó caminando. Él siguió su paso hasta que se perdió en el horizonte.

***
El viento la empujaba hacia delante como rogándole que no se detuviera mas, pero su mente insistía en retroceder atrás en el tiempo, hasta lo que había sucedido en la cafetería junto a Miss Beth.

*Flashback*

-¿En que dices que trabajas?
-En una agencia de animadores.
Beth abrió mucho los ojos y sonrió.
-Así que eres una de esas chicas...
-¿Es que tiene algo de malo?-Preguntó Emilia.
-No. En absoluto. Pero tu tienes demasiada clase para animar fiestas.
Emilia se retiró un mechón por detrás de la cabeza y sonrió agradeciendo el cumplido.
-Yo puedo ofrecerte algo mejor-Aseguró Beth con tranquilidad.
-No quiero ser desagradecida pero ¿Porqué debería confiar en ti?
-Tendrías que hacerlo si no quieres animar fiestas toda tu vida
Beth sonrió y le tendió un papel con un nombre y una dirección.
-Ve donde dice el papel y pregunta por Claire, di que vas de mi parte. Te aseguro que tu vida cambiará con este nuevo empleo.


Y allí estaba, caminando hacia lo que sería su nuevo presente, renegando del antiguo y de todo lo que conocía hasta entonces, sin embargo no sentía miedo, sino una profunda curiosidad.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado este relato (entero) me ha atrapado de principio a fin, como si tirara de una cuerda sacándome poquito a poquito las ganas de leer más.

    ResponderEliminar
  2. Me ha encantado el final, ha sido perfecto *-*

    ResponderEliminar